La natación en el colegio es una herramienta más mediante la que los alumnos pueden mejorar su formación integral para encarar los retos del futuro. La enseñanza de este deporte como actividad extraescolar ya forma parte de los planes de estudio de países de nuestro entorno, como Reino Unido, Francia y Bélgica. Incluso, se ha convertido en un contenido obligatorio de los currículos de algunos Estados americanos y Australia.
También existen publicaciones científicas que han acreditado rigurosamente las ventajas que comporta la práctica de la natación en las instituciones educativas. A continuación, vamos a profundizar en estas aportaciones.
¿Por qué la natación en el colegio resulta tan útil?
Se trata de un deporte que proporciona beneficios desde una perspectiva global. Asimismo, puede ser aprovechado con fines educativos desde edades tempranas. Si los bebés son capaces de exponerse a inmersiones desde sus primeros meses de vida, la natación en el colegio ha sido probada ya desde los tres años de edad con una cierta consistencia. Aparte, conviene recordar que es una de las disciplinas deportivas que menor sesgo de género conllevan, lo que la hace muy apropiada en las instalaciones educativas.
Por lo tanto, no nos estamos refiriendo a una tendencia revolucionaria, sino a una metodología de aprendizaje que ya cuenta con suficiente recorrido en nuestras escuelas. Es el momento de repasar cómo enriquece la formación de nuestros hijos.
Una actividad segura
En primer lugar, aunque está claro que el riesgo cero nunca existe, hemos de señalar que la presencia del monitor y de unas instalaciones acondicionadas (con agarradores y superficies antideslizantes) favorece una experiencia caracterizada por las garantías.
Asimismo, el objetivo principal de esta actividad está intrínsecamente vinculado a la seguridad. Se trata de adquirir familiaridad con el medio acuático, de manera que el niño sea capaz de sobrevivir en él. Esta capacidad de adaptación supone un requisito vital general y, cuando se perfecciona, implica ampliar la empleabilidad en ocupaciones relacionadas con las aptitudes para desenvolverse en el agua.
Una enseñanza por fases
Más allá de las edades, las circunstancias personales pueden haber influido a la hora de aprender a nadar. Por eso, en la línea tanto de que nadie se quede atrás como de que todos puedan exprimir al máximo sus capacidades, la natación en el colegio se caracteriza por un entrenamiento personalizado. Se adapta a las facultades de cada uno, puesto que, primeramente, no es la competitividad entre el alumnado lo que se busca.
Por consiguiente, en las edades más tempranas, las sesiones de natación tienden a estructurarse en el siguiente orden.
- Acostumbrarse a las especiales condiciones del movimiento en el agua.
- La higiene postural, en este contexto, se basa en sustituir la tradicional bipedestación con la que se entra en la piscina por la horizontalidad.
- La flotación, tanto dorsal como ventral, requiere llevar a cabo ejercicios individuales y grupales que faciliten la movilidad dentro del vaso.
- Finalmente, llega el paso de perfeccionar las técnicas. Se comienza por el crol, que es la más sencilla, pero existen otras modalidades por las que pueden optar quienes deseen ir un paso más allá.
Una mejoría corporal notable
Son famosos los beneficios de la práctica de la natación para el físico, pero vale la pena detallar los más significativos.
- Fortalecimiento de la musculatura, lo que supone una formidable protección para los huesos y previene y mitiga enfermedades como la artritis o la osteoporosis.
- Movilización de grupos musculares, como los del core o de la espalda, que no suelen ejercitarse en el día a día.
- Ejercitación progresiva y suave de determinados movimientos, lo que hace que se revele como un método muy oportuno para la prevención de lesiones o su rehabilitación.
- Incremento de las capacidades del corazón y del pulmón, lo cual va a favorecer una circulación sanguínea más fluida.
- Aumento de la resistencia a la hora de realizar actividades físicas exigentes.
- Desarrollo de la psicomotricidad y del equilibrio, es decir, de la coordinación entre las partes del cuerpo.
Un plus para la mente
Por último, destacamos las contribuciones psíquicas de hacer este deporte en extraescolares.
- Alivio del estrés mediante una actividad que permite desconectar, lo cual relaja en gran medida y facilita el siempre reconfortante descanso posterior.
- Socialización que potencia, asimismo, la autoestima personal.
- Fomento del compañerismo con el resto de alumnos.
- Establecimiento de buenos hábitos, pues genera apetito y aleja de vicios.
- Diversión relativa a aportar nuevos planes que amplían los horizontes de ocio y profesionales.
En definitiva, la natación en el colegio es una actividad que proporciona, como hemos podido comprobar, múltiples beneficios. Partiendo de una gran seguridad, compatibiliza la mejoría corporal y mental de los alumnos en un saludable ambiente de valores de convivencia. Por consiguiente, que una escuela la ofrezca entre sus servicios supone una constatación de su calidad.